Todas las casas salesianas nacen como respuesta a una llamada de Dios, que nos invita a estar presentes allí donde los niños y jóvenes más lo necesitan.
En Jerez, esta historia comenzó gracias a la generosidad de la Sra. Doña Concepción González y Villar, quien, con el deseo de dedicar su vida a Dios, cedió su casa de la calle Pedro Alonso 16 a las Hijas de María Auxiliadora para ponerla al servicio de los más pobres y necesitados.
El 8 de noviembre de 1897 se inauguró oficialmente la primera comunidad, formada por seis hermanas y acompañada en sus inicios por la Madre Emilia Mosca, Consejera General de la Congregación. Aquellos comienzos no fueron sencillos, pero muy pronto la Providencia hizo que el colegio se convirtiera en un referente educativo y espiritual para la ciudad.
Un momento clave llegó en 1899 con la visita del beato Miguel Rúa, primer sucesor de Don Bosco. Al conocer de primera mano las dificultades que vivían las hermanas, consiguió que numerosos bienhechores se unieran a la misión salesiana en Jerez y, además, prometió regalar una nueva imagen de la Virgen para la capilla. Así, en mayo del año 1900, la comunidad recibió con inmensa alegría la imagen de María Auxiliadora que, desde entonces, acompaña la vida del colegio.
El crecimiento de la obra hizo que, con el paso de los años, el edificio de la calle Pedro Alonso se quedara pequeño. En la década de los 60 surgió la necesidad de construir un nuevo colegio, más amplio y preparado para las exigencias educativas de la época. La nueva sede se levantó en Monte Alto, por aquel entonces una zona todavía despoblada. En 1968 comenzaron allí las clases y, tras unos años de transición, la comunidad se trasladó definitivamente en 1974, llevando consigo la imagen de María Auxiliadora, que hoy sigue presidiendo la capilla y los corazones de quienes pasan por nuestra casa.
Hoy, más de un siglo después, el Colegio Salesianas de Jerez continúa siendo un referente para muchas familias. Nuestro estilo educativo y evangelizador mantiene vivo el carisma de Don Bosco y Madre Mazzarello: una escuela que es también un hogar, donde los niños y jóvenes se sienten parte de una gran familia y protagonistas de su propia historia.
Por nuestras aulas han pasado miles de alumnos que llevan con orgullo la huella salesiana, agradecidos por la formación recibida y por seguir sintiéndose parte de esta gran familia.
Nuestro más profundo agradecimiento a todas las hermanas, profesores, familias, animadores, personal de apoyo y amigos que, con su entrega y corazón salesiano, han hecho posible que tantos jóvenes encuentren aquí una mano amiga y el acompañamiento necesario para ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, como soñaba Don Bosco.
